Montse quería tener un recuerdo familiar de toda su familia junto a sus hermanas, sobrinos y abuelos.
La mejor manera de inmortalizar un día en familia era hacerlo en la casa dónde se habían criado las cuatro hermanas, dónde habían vivido su infancia y dónde residen los abuelos. Es el punto de encuentro muchos fines de semanas, allí los niños son libres, juegan con el abuelo en columpios que el mismo ha construido, les ayuda a estar en contacto con los conejos, las gallinas, a recoger los huevos, a hacer manualidades de barro, corren por el campo, saltan en la cama elástica y disfrutan de un día en familia con sus primos. Por las tardes suelen dar todos un largo paseo, charlando, recogiendo flores, y soplando dientes de león.
Les propuse pasar todo un domingo con ellos, como uno más, incluyéndome a mi como si no fuese parte de la escena, y así ir captando los juegos, momentos cotidianos de amor entre nietos y abuelos, momentos de verdad, pasando lo más inadvertida posible y consiguiendo hacer imborrable para siempre un día en familia.
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