Esas bolitas de pelo vivientes, esos seres que nos llenan de alegría, que nos reciben cada día cómo si fuera el primero… moviendo la cola con su máxima ilusión, nos conocen y saben cuando necesitamos de sus mimos.

Aquel día que por las circunstancias que sean, nos encontramos algo tristones, son especiales lo notan y lo demuestran a su manera, lamiendo o no separándose de nuestro lado, ese ser con el que contar siempre, ese amigo que siempre está ahí.

Nos alegran los días con su compañía con sus juegos, sus brincos, con su cariño, porque son especiales y un miembro más de nuestra familia.

Tener un perro es tener (aunque suene a cursi…) un poco más de felicidad en nuestras vidas, ¡amor incondicional puro!

¿Por qué no tener un recuerdo de esa relación con ellos? ¿Por qué no conservar ese tiempo con ellos para siempre?

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