Cuando repito con familias y puedo ver la evolución de los más pequeños, me emociona ver que confían otra vez en mi.
Maria aprovechó su visita a Barcelona para hacerse una sesión con su nueva niña.
Cuando llego a las casas, siempre es una sorpresa ver que me encuentro a cuanto luz se refiere. Cuando llegué y Maria me enseñó el pequeño patio interior, me enamoré. Era pequeñito, pero un espacio especial para hacer la sesión donde disponíamos de sombras abiertas, luces también más duras para poder jugar y así que hicimos casi toda la sesión en ese patio interior.

Lo maravilloso de los niños es que son niños y al final se olvidan de ti continuando con sus juegos.

Adrián no paró de jugar e interactuar con su hermanita bajo la atenta mirada de su madre que cuidaba que no hubieran daños involuntarios.
Cada sesión es diferente y cada niño aporta su personalidad, nunca tendremos dos sesiones iguales, es lo bueno de la fotografía de este tipo.